La infancia y la adolescencia son etapas fundamentales en el desarrollo del ser humano. En su transcurso acontecen grandes cambios físicos, psicológicos y emocionales, pues se forma la personalidad y la identidad que como individuos tendremos en nuestra sociedad.
Dichas etapas se ven marcadas, en ocasiones, por el uso de métodos de disciplina o correctivos, por parte de quienes ejercen la patria potestad, tutela, guarda o custodia de niñas, niños o adolescentes, al incurrir en maltratos, insultos, humillaciones y hasta el abandono en el hogar donde se convive.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), señala que durante este 2024, seis de cada diez menores de cinco años (alrededor de 400 millones en el mundo) sufrieron castigos corporales o violencia psicológica por sus progenitores o cuidadores. De ellos, alrededor de 330 millones fueron castigados por medios físicos y una de cada cinco mujeres y uno de cada siete hombres declararon haber sufrido abuso sexual durante la infancia.
Resulta pertinente observar que el maltrato infantil tiene muchas consecuencias, tales como problemas de salud física y mental que duran de por vida y pueden generan grandes repercusiones sociales y laborales, como ralentizar el desarrollo económico y social de un país a largo plazo.
Los efectos negativos que causa el empleo de castigos a hijas o hijos, son cuestiones que debemos contrarrestar y erradicar culturalmente, para evitar que sean normalizadas e invisibilizadas por creer que son correctas. Esto, debido a que las familias tradicionalmente consideran que así se corrige con la disciplina.
Varios estudios señalan que hijas e hijos que crecen con madres y padres autoritarios y que emplean métodos disciplinarios violentos de forma regular, tienen mayor probabilidad de mostrar menor autoestima y peores resultados académicos, son hostiles y agresivos, menos independientes y más proclives al abuso de sustancias peligrosas durante la adolescencia y a lo largo de la vida.
A partir de ratificar la Convención sobre los Derechos del Niño (1989), nuestro país ha trabajado arduamente entre las familias para erradicar la violencia durante la crianza y ha emprendido acciones para corregir esta problemática y avanzar en la protección de sus derechos.
Con la expedición de la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (2014) y su homologación en las Entidades Federativas, también se ha tratado de erradicar el castigo físico, psicológico y toda modalidad de violencia y maltrato en contra de infantes y adolescentes.
UNICEF México ha señalado que la crianza de niñas, niños y adolescente debe estar basada en la razón, la sensibilidad, el amor, la igualdad, la tolerancia y el respeto, por lo cual considera a la crianza positiva como un factor determinante para su proceso de formación y, para ello, estableció un conjunto de prácticas de cuidado, protección y guía que ayudan al desarrollo, bienestar y crecimiento saludable y armonioso, en las cuales se privilegia:
– La evolución de las facultades de la niña, niño o adolescente.
– La maduración de acuerdo con la edad en la que se encuentra.
– Las características, cualidades, intereses, motivaciones y aspiraciones.
– La decisión de no recurrir a castigos físicos ni a tratos humillantes.
– El respeto a los derechos de las niñas, niños o adolescentes.
El buen trato es tratar a niñas, niños y adolescentes como seres humanos con derechos y no como propiedad de papás, mamás u otra persona. Consiste también en atender sus necesidades de desarrollo y respetar sus derechos para facilitar su sano desenvolvimiento físico, mental y social.
Razón por la cual consideramos oportuno modificar la Ley de Niñas, Niños y Adolescentes para el Estado (2015), mediante una iniciativa de reforma que presentamos la semana pasada, con el objetivo de establecer el concepto de crianza positiva y así prevenir la violencia, fortalecer los vínculos familiares que eviten el castigo corporal y los tratos humillantes y, sobre todo, cumplir con lo dispuesto por la fracción XXVI del Artículo 116 de la Ley General, que a la letra dice: Impulsar acciones para fomentar la crianza positiva dirigidas a quienes ejercen la patria potestad, tutela, guarda, custodia o cualquier persona que incida en el cuidado y atención de niñas, niños y adolescentes.
Con esta iniciativa de reforma se fortificará un modelo que coadyuve al desarrollo positivo, sano y armonioso de nuestras futuras generaciones.